Es tanta y tan diversa la creciente bibliografía mirmecológica, que se agradecen estos trabajos de revisión de un determinado tema.
Y el tema en cuestión es inmenso, nada menos que los tipos de interacción entre las hormigas y el resto de seres vivos. Los autores, más del ámbito botánico, pasan de puntillas por las interacciones con otros artrópodos, limitándose a elaborar una lista: interacciones de parasitismo o mutualismo con hemípteros, mariposas, moluscos, dípteros, arañas, escarabajos, avispas y lepismas. Exponen con más detalle la comunicación intracolonial mediante feromonas e hidrocarburos cuticulares, y las interacciones entre especies distintas de hormigas, incidiendo en dos modalidades: la parabiosis (en la que varias especies comparten nido, senderos, pastoreo de pulgones…, pero mantienen las proles separadas) y el parasitismo social, conocido en al menos 220 especies (un ejemplo clásico de parasitismo social obligado es el de las hormigas amazonas del género Polyergus, que forman colonias mixtas con especies de Formica).
Desarrollan a continuación las interacciones con plantas y hongos: los nectarios extraflorales, la recolección y dispersión de semillas basada en el elaiosoma (apéndice graso y proteínico de las mismas), los domacios (estructuras vegetales que forman una cavidad utilizada por las hormigas para nidificar), los cultivos o jardines de plantas (una hormiga de Fiji, Philidris nagasau, cultiva y fertiliza ¡6 especies de rubiáceas!), el cultivo de hongos específicos por parte de las hormigas de la tribu Attini, cuyas obreras poseen bacterias únicas en la parte inferior del tórax que producen antibióticos contra otro hongo parásito presente en sus cultivos…
Finalmente, comentan las interacciones endosimbióticas, esto es, con microorganismos (bacterias u hongos) que viven en el tracto intestinal de las hormigas y que son capaces de fijar el nitrógeno.
Especialmente interesante es la cronología que ofrecen los autores sobre el origen de algunas de estas interacciones: el cultivo de hongos por las Attini dataría de hace 50-60 millones de años (Ma); la asociación con los hemípteros, 34-55 Ma; el surgimiento de los elaiosomas, 75 Ma; la relación con los nectarios extraflorales, 23-34 Ma; el uso de los domacios, 15 Ma.
Añado, para terminar, un curioso dato sobre la antiquísima interacción entre hormigas y dípteros. Entre las 84 piezas de ámbar con hormigas fósiles que amablemente me dejó mi buen amigo y miembro de la AIM, Julián Hontanilla, había una del Mioceno de Santo Domingo que contenía 18 obreras y dos moscas fóridas que, con toda probabilidad, las estaban parasitando:
