Velo trabajaba como profesor en el Museo Nacional de Ciencias Naturales cuando recibió un singular encargo de parte de Dalí y Buñuel. Necesitaban varios cientos de hormigas que debían ser enviadas vivas a París. Con ellas rodarían una famosa escena del legendario cortometraje “Un Perro Andaluz”: la mano con hormigas.
Nuestro entomólogo se fue a la Sierra de Guadarrama, recogió ejemplares de una “hormiga roja”, y diseñó un embalaje especial con acículas de pino incluidas.
Buñuel le agradeció por carta el envío, comentándole el excelente comportamiento ante la cámara de aquellas hormigas españolas…
La suerte estaba echada. Carlos Velo se interesó entonces por el cine, participando activamente en la Residencia de estudiantes junto a Buñuel, Dalí o Lorca. Exiliado en México tras la Guerra Civil, se convirtió en uno de los cineastas mexicanos más importantes del siglo XX.