Releyendo estas semanas el mítico Viaje a las hormigas de Maeterlink, que ciertamente se ha quedado bastante antiguo no solo por el desfase de ciertas informaciones sino por algunas alusiones machistas o racistas (bastante propias de la época en la que fue escrito, supongo), no puedo dejar de interesarme por este apartado:
Lo interesante, para mí, es la siguiente reflexión que realiza:En efecto, las hormigas tienen a la entrada del abdomen una bolsa extraordinaria que podríamos llamar la bolsa o el buche social. Dicha bolsa explica la psicología, la moral y la mayor parte de los destinos del insecto, y por eso es indispensable estudiarla atentamente antes de seguir adelante (...) Nada es suyo, ni aún lo que tienen en su cuerpo (...)
Dejando de lado la humanización insólita que desprende su discurso, creo que equivocada, y el sesgo religioso (yo soy ateo), me parece que es cierto que el llamado buche social es una herramienta convivencial única, atípica, deslumbrante. Y sucede que cuanto más aprendo de las hormigas, más parecidas las siento a los humanos, lo reconozco. Pero no dejo de preguntarme, como Maeterlink, qué clase de humanidad seríamos si nuestro cuerpo contara con una víscera así, diseñada biológicamente solo para «alimentar» a la comunidad que formamos, y cómo eso afectaría al individualismo egocéntrico tan habitual en la vida real. Él establece un paralelismo, que no compro, con la religiosidad, pero lo comprendo; me pregunto ahora, no obstante, si más allá del bien común que cualquier religión pretende, existiría otra metáfora, otra expresión tangible de las consecuencias sociales de un órgano como ese para nosotros.Supongamos por un momento que poseemos un órgano parecido. ¿Cómo sería una humanidad que no tuviese otra preocupación, otro ideal, otra razón de existencia que la donación de sí misma y la felicidad ajena; una humanidad en la que trabajar para el prójimo, sacrificarse total y constantemente fuera la única alegría posible, la felicidad fundamental; en una palabra: la voluptuosidad suprema, de la cual solo percibimos un fugitivo relámpago en brazos del amor? (...) Las religiones eran como el cebo o el boceto de un órgano altruista y colectivo que nos ofrecía en otro mundo las voluptuosidades que las hormigas, al entregarse, disfrutan en este. Vamos extirpándolos; solo nos queda el órgano egoísta e individual de la inteligencia, que tal vez algún día se supere y rompa el círculo que la encierra.
Perdonad la chapa. Necesitaba compartir mis dudas y mis sueños, un ratito.