Podando los rosales me encontré con varias ramas secas y huecas donde habitaban pseudomyrmex, pero no tuve la oportunidad de encontrarme a una reina. Como buena hormiguera que soy, cada ramita habitada la dejé al pie de cada rosal para que las muchachas se ocuparan de encontrar un nuevo sitio para anidar no muy lejos de su fuente de alimento.
La tarde del 12 de septiembre me puse a la tarea de podar a un rosal que, posiblemente, tendrá que emprender un viaje a su nuevo hogar próximamente (por eso quise dejarlo listo para la temporada). Y como es habitual, habían pseudomyrmex en las ramas viejas y muertas, pero esta vez también estaba su majestad presente.
Tomé la oportunidad para recogerla junto a sus larvas y algunas obreras para darle un espacio en mi hotel para hormigas. Con una pinza larga y un algodón en la punta conseguí hacer trepar a la reina (que muy histérica no estaba, parecía más bien indignada de que la despertaran

Dejé tanto a la reina como a sus ayudantes y las larvas en un frasco agujereado para anexarle una manguera de acuario (que suelo usar como patio de recreo para las colonias), y las cubrí de las luz para que descansaran todo el día del estrés que debieron pasar, a pesar de lo poco que pareció importarles

Al anochecer les conecté un sorbete de plástico duro de aquellos que vienen en las botellas de agua soda con sifón (un tubo de ensayo me pareció muy pequeño), y les puse una luz cerca para recordarles que no estarían cómodas ahí en el frasco. A la reina le importó menos que menos y se durmió nomás, las chicas cuidaron y acomodaron los huevos por un rato, antes de dormirse con su alteza.
A medianoche les apagué la luz para que descansaran tranquilas.




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