Si me remonto a mis primeros días en este foro, os tengo que poner en antecedentes del acuerdo al que llegue con “La Doña” de mi casa (es una bendita, a veces no entiendo como me soporta), os diré que una de las primeras advertencias que me lanzo al enterarse de que iba a criar hormigas dentro de casa fue que:
- En el momento en el que vea una sola hormiga deambulando por la casa, desmontas el chiringuito y se van todas a la calle.
Acepte con resignación y desde entonces pongo especial cuidado en que todo quede sellado y súper sellado para evitar disgustos.
En todo este tiempo la cosa ha ido como la seda… hasta hace unos días, fue justo el día en el que recibí las Messor structor. En el envío de estas ultimas, iba incluida “de regalo” esta otra colonia que ahora nos ocupa. Al recibir el paquete, observe que esta otra colonia se componía de una reina aun alada, y dos obreras dentro de un envase circular con varios huecos de ventilación en la tapa. Como todo estaba medio preparado para aposentar a las Messor en su nuevo hormiguero, decidí dejar de momento a las sylvaticus en una de las estanterías del mueble de nuestro salón, en una zona oscura, para posteriormente llegada la noche y estando mas tranquilo trasladarlas a un tubo de cristal en el que pasarían un tiempo hasta tenerlas preparado un hormiguero.
Llegada la noche, fue precisamente “La Doña” la que me recordó la tarea pendiente, y al ir a comenzar…, un sudor frío me recorrió de arriba abajo. El trío de hormigas que había dejado sobre el estante, se había convertido “por arte de magia” en una pareja. Lo primero que pensé fue:
-Este cab…azo no me ha enviado hormigas, me ha enviado el alma reencarnada de Harry Houdini. Por donde coj… habrá escapado esta cab….
Observe que los agujeros de la tapa debían de ser lo suficientemente grandes como para salir, y llego el dilema. Informo de la excursionista, o me lo callo y aquí no ha pasado nada. Si informo me juego tener que deshacerme de todo, pero si me callo, igual ni lo nota. Ahora, como no informe, se la encuentre y recuerde que vinieron tres, estoy perdido.
Apechugue y di el parte de guerra:
- Eva, cari, a que no sabes lo que me ha pasado. Una hormiga era lo suficientemente pequeña para salir por este agujero y se ha fugado…
Fueron unos segundos interminables, pero contesto con otra pregunta (buena señal).
- ¿Cuál de ellas ha escapado?
- Una obrera.
Su contestación con otra pregunta me dejo mas tranquilo, pero a la vez me hizo pensar, ya controla, como le diga que es la reina, palmo todo fijo.
Ahí quedo la cosa, y moví ficha. Cambie a las dos que quedaban a un nuevo tubo y por si sonaba la flauta, volví a dejar el envase en el mismo lugar de la fuga, después de ampliar un poco los agujeros para facilitarla la reentrada si regresaba (¡Ay! Iluso de mí).
El caso es que resulto, a la mañana siguiente ojee el envase y continuaba vacío y tras la comida, cuando ya prácticamente había perdido toda esperanza, en el último vistazo, vi como se movía por dentro del bote. Había vuelto a su hormiguero, y además con el gaster estriado, no la quise preguntar que había comido. La lleve junto a sus compañeras e informe a “La Doña”.
-Dala las gracias, porque has estado a puntito… fue su contestación.
Unos días después, ya con todo cerrado y bien cerrado, descubrí que la reina había comenzado a poner huevos, dos en concreto, y acelere la construcción del hormiguero que ahora las aloja.
Espero que a partir de ahora todo sean alegrías, por que ya me los ha puesto de corbata en una ocasión.
Pasados unos días vi que la puesta se había quedado en dos, por lo que decidí incentivarla colocándola varias larvas de pilicornis (es lo primero que encontré). Fueron adoptadas de inmediato y de momento todo trascurre sin novedad.
15 días después de llegar a casa, han sido trasladadas en tiempo record a su nuevo hormiguero, una jabonera sueca, con galerías talladas en corcho.

Marabunteros, os presento a la escapista y compañía,
escapista, aquí unos amigos, los marabunteros.
Ale, ya estáis presentados.


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