Aquí comienza mi diario sobre la cría de estas hormigas tan populares. Ya desde pequeño, en las estupendas y largas temporadas que pasaba durante el verano en el pueblo de mi padre, uno de mis pasatiempos favoritos era ver esas hormigas grandes y negras que hacían expediciones para recolectar grano. Siempre me llamaron la atención los caminos que dejaban, lo disciplinadas y trabajadoras que eran y, porqué no decirlo, ¡¡lo bonitas que son!! Me gustaban sobretodo las "cabezonas", cuanto más grandes mejor. Y si además eran de cabeza rojiza tenían, para mí, un aspecto aún más amenazador.
La verdad es que como pequeño investigador que era, me dedicaba a hacerlas una y mil perrerías a todos los bichos que encontraba. No tanto crueldades, sino pruebas, batallas y cosas así. Aunque es cierto que las barbarus eran mis insectos predilectos y siempre tenía un trato especial con ellas. Me salí con la bici y un bote en busca de un hormiguero, cogía unas decenas de hormigas y luego iba a echarlas encima de un hormiguero rival para ver cómo batallaban. También hacía duelos de soldados, o cogía un buen número de messor en un tarro de cristal y las mantenía una temporada, alimentándolas y viendo cómo hacían túneles. Les echaba de todo, desde trozos de magdalenas a escarabajos (a los que solían ignorar), zapateros, arañas, mantis religiosas, saltamontes, lagartijas.... y siempre acababan triunfando. Tal vez por eso es que son mis hormigas preferidas.
Mi primer intento de hacer un hormiguero es de hace unos 10 años. Leí todo lo que pude (aquella época en la que internet estaba incipiente y había poca información y foros en español), yendo sobretodo a la biblioteca y viendo los pocos libros que trataban algo sobre las hormigas y su cría. Intenté hacer un hormiguero sandwich de cristal, pero no resultó (no es cierto eso de que es fácil cortar cristal con tijeras bajo el agua....). Y dejé la idea apartada un tiempo. Poco después me decidí a hacerlo de metacrilato, pero nunca llegué a terminar el hormiguero porque no encontré un sistema para mantener la humedad que me satisfaciera. Aún conservo las dos grandes planchas de metacrilato y tal vez sí acabe haciendo con ellas un hormiguero.
Mientras tanto había descubierto que para que un hormiguero tuviera futuro se necesitaba una reina, y que éstas salían (las de messor al menos), tras las primeras lluvias del otoño. Y la enorme suerte que tengo es que, al vivir en las afueras de Madrid, no es difícil ver cada año las reinas deambulando por las aceras cuando llega el momento propicio. Cogí alguna de ellas y las enterré en un tarro lleno de tierra. Pero al carecer de una humedad constante la tierra se acabó convirtiendo en un bloque duro y las reinas murieron. Otro año las metí en cuerpos de bolígrafos vacíos, pero de nuevo acabaron muriendo. Al final decidí dejarlo porque no veía la forma de conseguirlo, así que volví a aparcar los intentos por una temporada.
Y así es como llegamos al verano pasado donde descubrí por casualidad este foro y, gracias a los muchísimos consejos e información que hay en él, volví a decidirme por intentar la cría de mis queridas messor.
