Ésta es la conclusión de la noticia extraída del diario francés Le Figaro de un artículo que me ha pasado neglectus. El artículo trata sobre una investigación que se hizo con Temnothorax albipennis:
Robinson, EJH, Smith, FD, Sullivan, KME & Franks, NR. (2009) Do ants make direct comparisons? Proceedings of the Royal Society Series B, 276, 2635 - 2641
También éste:
Robinson, EJH, Feinerman, O & Franks, NR. (2009) Flexible task allocation and the organisation of work in ants. Proceedings of the Royal Society Series B.
Los investigadores engancharon unos microchips a las hormigas (unos circuitos pasivos RFID) par saber por donde buscaban la nueva morada:

De hecho, se trata de lo de siempre y de lo que muchos ya tenemos asumido. Que el ser vivo del que estamos hablando, del elemento, de la individualidad, no es la hormiga sino el hormiguero, el superorganismo. He ahí el secreto, he ahí el éxito:
Primero "cada hormiga parece tener su propio umbral de aceptabilidad que le permite juzgar individualmente un sitio potencial. Los individuos que llegan a un lugar poco favorable se mudan enseguida a otro sitio, mientras que los que llegan enseguida a un sitio idóneo, ahí se quedan. Así, las hormigas que visitaron dos lugares escogieron el mejor, pero los diferentes insectos no tuvieron necesidad de evaluar comparativamente ambos sitios para que la colonia entera tomara la decisión correcta".
En cambio, "la mayoría de los demás animales, como los seres humanos, utilizan la evaluación comparativa, lo que a menudo les lleva a una decisión irracional originada por el contexto".
De hecho estamos hablando de la ley de los grandes números y su coordinación: cientos de hormigas dispersas haciendo el mismo trabajo que podría hacer cualquier otro ser vivo individual y después coordinando, consensuando los resultados en una decisión común.