Es una excepción en Galicia pues en toda la extensión del parque (5700 hectáreas, un buen pedazo de la provincia de Ourense) no hay ningún núcleo rural. Los únicos humanos que allí se encuentran son los guardas y los biólogos, junto con los visitantes del día, que no pueden ser más de 30 y que para estar allí deben tener permiso administrativo por escrito de la administración autonómica. Aún así, sólo pueden estar en una zona del parque, pues el resto constituye reserva integral.
Las jornadas previas al día para el que teníamos el permiso fueron de intensas lluvias y bastante viento. Incluso la noche anterior fue así, pero la predicción meteorológica anunciaba mejoría a lo largo del día, así que allá nos fuimos.
Durante el viaje siguió lloviendo, pero cuando llegamos y aunque el cielo seguía encapotado, la lluvia paró y a lo largo de la mañana se abrieron claros. El estado previo del tiempo causó que los otros visitantes del día no acudieran, y así los que fuimos valientes disfrutamos del hecho de ser los únicos presentes en el parque.
Fuimos recibidos por el guarda que comprobó el permiso y una bióloga que nos acompañó el resto de la mañana, un auténtico lujo inesperado, pues pensábamos que sólo en primavera y verano acompañaban a los visitantes.
Atentamente nos introdujo en unas pequeñas dependencias, construidas en piedra y bien integradas en el entorno, donde nos explicó la historia del parque y enseñó a los niños algunas cosas sobre la biología de los cérvidos y bóvidos del parque, con abundantes y sólidas cornamentas reales como ejemplo
.A continuación decidimos con ella cuál de las seis rutas disponibles era la más adecuada para hacer con los niños, y allá nos dirigimos.
La ruta elegida fue la "Ruta da auga", ruta circular que sale y termina en el Aula de la Naturaleza, unas instalaciones utilizadas para acoger visitas de colegios y personas que acudan a realizar trabajos de investigación en el parque.
¡Atención AIM!, las instalaciones me parecieron ideales para un Taxomara totalmente inmerso en la naturaleza, sin zonas urbanas cerca. Cuenta con dos dormitorios colectivos, uno masculino y otro femenino, con 28 literas cada uno, una gran cocina con nevera y congelador, un comedor, un aula, un laboratorio-biblioteca y una enfermería (alberto, te tocaría de encargado de ésta
)Tras una breve lección sobre las diferencias entre los "carballos" de la zona (Quercus robur y Quercus pyrenaica, roble común y roble melojo) iniciamos el camino. Durante el mismo la bióloga animaba a los niños a encontrar rastros de los animales de la zonas (huellas, heces, raspaduras en los árboles) y atendía con gran cortesía todas las preguntas que surgían. Me resultó especialmente agradable como les transmitió que debían perder el miedo a los animalillos que nos encontrábamos (sapitos, invertebrados varios) pero no perder nunca el respeto hacia ellos, y cómo éstos perciben cuando el humano que los toca tiene malas o buenas intenciones.
En pleno sendero de la ruta nos encontramos con una buena muestra de nuestro común sujeto de interés: hormigas. En concreto un gran nido de Formica pratensis, hormiga bella y robusta.
La zona es un bosque de Pinus sylvestris, pues entre 1950 y 1981 la zona era propiedad de Papelera española y se plantaron muchas extensiones de este árbol, que aún prolifera.
Más adelante, pero alejado del sendero, vimos este otro gran nido:
Continuamos la ruta, siempre entre paisajes realmente bellos,
y con explicaciones muy apropiadas de la bióloga, que también les repasaba con frecuencia la diferencia entre Q. robur y Q. pyrenaica, a ver si al menos una cosa quedaba bien grabada en la cabecita de los peques
Encontramos también un atrevido personaje, un ratoncillo que tras un cierto nerviosismo inicial se dejó fotografiar y que divirtió enormemente a los niños. Ahí va montaje con éste y otros personajes que encontramos:
De vuelta al aula de la naturaleza ya era la hora de comer y a ello nos pusimos tras despedirnos de nuestra guía, realmente muy agradecidos por su genial labor didáctica con los niños... y con nosotros.
Por la tarde realizamos otra ruta, muy corta, que nos llevó monte arriba con unas hermosas vistas:
Y llegó la hora de partir, pues el horario del parque en otoño e invierno finaliza pronto. Durante el camino de vuelta pudimos observar lo que al llegar no habíamos visto por las nubes bajas, este impresionante paisaje:
En fin, seguro que volveremos, pues aún hay mucho por descubrir.
, yo fui a un parque natural que hay por aqui, el cual se llama "Font Roja", y esta muy bien, se lo recomiendo a todos los Alicantinos y a los que no son de la zona, tambien. 
El que tenga un finde libre o lo que sea que se anime, es una zona alucinante...
